viernes, 28 de octubre de 2016

¿Dónde está el Punto?

No soy dueño de la verdad, y eso es lo que produce riqueza en las diferencias de opiniones.

No creo en dios y no me siento culpable por ello, al contrario, agradezco haber desarrollado un pensamiento crítico que me llevó a cuestionar muchos aspectos de mi vida, pero no escribo para poner el tema sobre el tapete.

Honestamente me encuentro lejos de mi país porque me decepcioné de un sistema que se encarga de crear mentes somnolientas, con una estructura determinada de vida: Naces, estudias, trabajas, formas tu familia, y te mueres. ¡Nuestro sistema se encarga de enseñarnos a vivir reprimidos, la sociedad nos oprime, y claro! Aquí es donde muchos van a decir, “ya empezaron los resentidos” “los extremistas” y por supuesto que es fácil verlo así cuando estás cómodo con esa somnolencia y no te dan ganas de pensar porque tu mente ya se acostumbró a ser perezosa.

Porque como ser humano ya creciste y terminaste tus estudios, entonces encontraste un trabajo, donde te explotan por una cantidad suficiente de dinero que te hacer sentir bien ¿En Serio?, NO FELIZ, pero bien, NO PLENO, pero bien, ¿entonces? ¡Ah sí!, ahora vas por la familia (si es que aún no la tienes). Entonces en ese plan de tu mente ociosa, no quieres ser molestado, no quieres que nadie se entrometa con “tu propio plan” de ser humano razonablemente reprimido cuando en realidad ni siquiera sabes lo que es sentirse libre.

Entonces crecemos en ese entorno, donde cuando intentas despertar esa mente ociosa, te sientes violentado, y no encuentras a quien culpar, comienzas a odiar tu trabajo, luego a  tu jefe, te cuestionas tu sueldo, tu carrera, tu vida, tu familia, te molesta viajar en la locomoción porque es cara y es mala, porque el tipo que viaja a tu lado huele mal o te mira feo, te sientes violentado cuando vas al supermercado y el producto que querías comprar está en realidad más caro de lo que te decían en la tv, te sientes violentado cuando ves que las verduras que querías comprar no son las mismas que te gustan porque lo mejor se exporta al extranjero, te sientes violentado cuando el profesor te envía una citación por la conducta de tu hijo y no tienes tiempo porque tienes que trabajar en esa oficina o en ese espacio reducido con mal ambiente laboral donde también te violentan. ¿Te sientes violentado?, así es, la sociedad lo está haciendo, pero claro, no quieres darte cuenta porque puede ser muy costoso para ti, para tu familia y para tu mente.

Y así vives en ese mundo, en donde de pronto se levantan grupos a proteger a los perros callejeros, y explotas porque nadie protege a los gatos, donde ves que intentan proteger a los inmigrantes, pero explotas porque nadie protege a los residentes, en donde se levantan grupos que intentan protegerse contra el machismo encubierto y explotas porque nadie protege a los hombres del incipiente feminismo, y así suma y sigue hasta nunca acabar. Encuentras todo movimiento social injusto, porque no te representa, porque no es tu caso, porque no es atingente, porque no te es interesante, porque no eres tú, entonces te desesperas pensando ¿Por qué? Y criticas a la gente, y te burlas de los argumentos, y opacas a los grupos que luchan por sus derechos, porque tú no eres capaz de hacer lo mismo, porque ellos ya despertaron y se dieron cuenta que esta sociedad los atemoriza, los violenta, los encarcela, los detiene, pero no logran dar en el punto, y si algo te hace sentir empatía, piensas que oprimiendo la pantalla de tu celular con un like, es más que suficiente.

La mentalidad de la competencia te hace competir incluso en eso, porque si defienden a las mujeres, ¿qué pasa con los hombres?, esa mentalidad egoísta que nos enseñan en las escuelas, donde se premia al mejor del curso y no al mejor equipo, donde se tiene un presidente de curso y no un grupo de coordinación, donde la autoridad es siempre piramidal y se compite por ella, y la gente debe hacer filas y llenar urnas mientras otros compiten por ellos mismos ¿Te hace sentido?

Tendemos a creer que compiten por nosotros, pero no, ¿por qué habría de importarles si después de tantos años nunca les ha interesado cambiarlo?, porque ellos también “están cómodos”, y en ese estado somnoliento de la sociedad, el sistema FUNCIONA, entonces ¿para qué cambiarlo?.

Sé que podrán pensar que es fácil decir y escribir todo esto cuando se está detrás de una computadora y más aun estando lejos de la sociedad que se critica, pero sencillamente hay sociedades que no están listas para el cambio y a veces lo mejor es comenzar de nuevo. El niño que fue violentado porque su familia no le dio la importancia que ameritaba (y no hablo de mi) o porque esa misma familia dentro de ese mismo sistema no se encargó de ayudarlo a ser un buen ser humano, tiene todo el derecho de alejarse y comenzar a construir de nuevo su propia vida ¿Por qué no? Porque quizás no le enseñaron a compartir, a entender que la competencia más sana no es derribar al otro y luego darle la mano, la competencia más sana y leal, es con uno mismo.

Entonces ese niño abre los ojos y crece en una sociedad desigual, donde su apellido no es rimbombante, pero sí lo son las puertas que se cierran en su cara, donde su educación no es de alta calidad, pero si son altos los precios que tuvo que pagar por culpa de un sistema mediocre, donde luego piensa que su derecho a sufragar es un simple papel que no vale la pena, porque dase cuenta el mismo, que siempre ha sido igual y nada ha cambiado, ¿Vale la pena seguir así entonces?

Y aquella sociedad se llena de gente apoyando campañas, dándole me gusta a cosas que no tienen sentido, dónde ahora la moda imperante es la fotografía de un tipo negro que a todos divierte, pero que luego reprochamos porque es violenta, entonces ¿qué es lo que buscamos? Sinceramente no se entiende, ¿qué es lo que apoyamos? Estamos denigrándonos nosotros mismos, pero parece ser que a nadie a importa, entonces ¿qué es lo importante? ¿dónde está el punto? ¿De qué se trata realmente todo esto?

Se trata que hemos olvidado respetarnos a nosotros mismos, y a respetar a nuestros compañeros, de barrio, de vecindario, de equipo, de trabajo, de comuna, ¡DE LA VIDA!, hemos olvidado la palabra empatía, concebimos de forma inherente que para subir alto debemos pisar sobre la espalda de los demás, y en ese momento, no nos damos cuenta que nosotros también violentamos, y en vez de luchar por cambiar esa sociedad que nos enseñó a eliminarnos entre nosotros, seguimos haciendo lo mismo, violentando al que se encuentra al lado, entonces así seguimos viviendo, violentando y violentados.


Piénsalo, queremos cambiarlo todo, pero ¿Dónde está el punto?

GCC.-

miércoles, 19 de octubre de 2016

Otra más al Olvido

No deja de impactarme a la distancia el caso de aquella muchacha de argentina que fue violada, ultrajada y asesinada. Hoy en día, se levantan diversas marchas y protestas a través de distintos medios intentando empatizar con casos de femicidio y abuso contra mujeres. Se ha levantado una voz potente en busca de derechos intentando evitar futuros actos reprochables como el sucedido.
Tanto hombres como mujeres se han hecho partícipes de campañas por Facebook cambiando su foto de perfil e intentando, de esa forma mostrar repudio ante lo acontecido. Sin darse cuenta que “un día” de protestas, de fotos, de marchas no va a cambiar nada.

Hemos crecido en una sociedad que constantemente cría a niños maleducados, donde la imagen viva del “machito” es aquel niño que se gana el respeto ante los demás con agresividad y donde se les enseña a las niñas a ganarse el respeto de otras niñas y a formar “grupitos” en donde se visten y maquillan con pinturitas. ¿por qué? Porque es lo que les enseñamos y lo que nos vende la TV.
Crecimos en una sociedad donde el respeto se tiende a ganar con agresividad y no con inteligencia, y muchos se pierden estancados en ese punto, crecimos rodeados de niños que quieren ser esbeltos y niñas que quieren ser hermosas, en donde el líder de la banda es aquel capaz de demostrar más poder, coraje o llanamente estupidez, en donde, en la juventud se le aplaude al joven niño que impera por sobre la mujer, aquel que consigue más conquistas es visto como un campeón, y aquella niña que hace lo mismo es vista como una “zorra”.

Creo que no digo nada muy alejado de la realidad y es lo que nosotros hemos creado como sociedad, es como nos hemos “desarrollado” (aunque sinceramente no lo parece), tenemos la falsa ilusión de que lo estamos haciendo bien porque conseguimos un trabajo que nos permite darnos ciertas garantías para poder vivir como máquinas, pero hemos olvidado lo más importante, vivir como personas.

Ahora las madres y padres se muestran horrorizadas por los gestos de violencia que afectan a este mundo, pero sinceramente, ¿alguna vez esos padres se encargaron de decirle a sus hijos cómo debían respetar a una mujer? ¿Acaso les dijeron a esas hijas cómo debían hacerse respetar?, ¿acaso en las escuelas enseñan el respeto mutuo? No lo creo, porque desde niños se nos enseña que es más importante competir, que compartir y vivir.

Estamos inmersos en una absurda sociedad de competición en todos sus sentidos, en las escuelas las niñas deben llevar faldas porque es parte del uniforme, pero los niños no usan pantalones cortos. Cuando las niñas quieren ir con pantalones, se les reprime con citaciones al apoderado justificando que no es lo correcto, pero ¿por qué? ¿Por qué somos obligados socialmente a seguir estándares con los que no estamos de acuerdo?, por qué esa niña debe cambiar de escuela si no quiere exhibir sus piernas? ¿Por qué aceptamos cosas tan básicas y denigrantes como si fueran normales?, ¿por qué en una sociedad que lucha contra el machismo aún vemos esas imágenes por doquier?

Hoy nos preocupa el tema porque han salido a la luz crímenes horrendos, pero ¿qué es lo que cambiaremos después de eso?, sinceramente, ¿estamos preocupados como sociedad en cambiar algo? Tras las marchas apoyando a los pueblos aborígenes porque fueron masacrados por los conquistadores, ¿se ganó algo? Hoy leo con vergüenza que una mujer mapuche dio a luz esposada, ¿eso es lo que se ganó? ¿Por eso es que se lucha?

Estamos inmersos en la sociedad de la utopía, de lo instantáneo, donde todo debe ser rápido, porque no tenemos tiempo, y en esa rapidez, también ponemos nuestros recuerdos, porque hoy es importante, pero probablemente en unas semanas ya nadie lo recordará y volveremos a nuestra incipiente vida fugaz, volviendo a despertar solamente cuando volvamos a ver otro crimen como ese, entonces, volveremos a preocuparnos y a olvidar.

GCC.-