No soy dueño de la verdad, y eso es lo que
produce riqueza en las diferencias de opiniones.
No creo en dios y no me siento culpable por
ello, al contrario, agradezco haber desarrollado un pensamiento crítico que me
llevó a cuestionar muchos aspectos de mi vida, pero no escribo para poner el
tema sobre el tapete.
Honestamente me encuentro lejos de mi país
porque me decepcioné de un sistema que se encarga de crear mentes somnolientas,
con una estructura determinada de vida: Naces, estudias, trabajas, formas tu
familia, y te mueres. ¡Nuestro sistema se encarga de enseñarnos a vivir reprimidos,
la sociedad nos oprime, y claro! Aquí es donde muchos van a decir, “ya
empezaron los resentidos” “los extremistas” y por supuesto que es fácil verlo
así cuando estás cómodo con esa somnolencia y no te dan ganas de pensar porque
tu mente ya se acostumbró a ser perezosa.
Porque como ser humano ya creciste y terminaste
tus estudios, entonces encontraste un trabajo, donde te explotan por una
cantidad suficiente de dinero que te hacer sentir bien ¿En Serio?, NO FELIZ,
pero bien, NO PLENO, pero bien, ¿entonces? ¡Ah sí!, ahora vas por la familia
(si es que aún no la tienes). Entonces en ese plan de tu mente ociosa, no
quieres ser molestado, no quieres que nadie se entrometa con “tu propio plan”
de ser humano razonablemente reprimido cuando en realidad ni siquiera sabes lo
que es sentirse libre.
Entonces crecemos en ese entorno, donde cuando
intentas despertar esa mente ociosa, te sientes violentado, y no encuentras a
quien culpar, comienzas a odiar tu trabajo, luego a tu jefe, te cuestionas tu sueldo, tu carrera,
tu vida, tu familia, te molesta viajar en la locomoción porque es cara y es mala,
porque el tipo que viaja a tu lado huele mal o te mira feo, te sientes
violentado cuando vas al supermercado y el producto que querías comprar está en
realidad más caro de lo que te decían en la tv, te sientes violentado cuando
ves que las verduras que querías comprar no son las mismas que te gustan porque
lo mejor se exporta al extranjero, te sientes violentado cuando el profesor te
envía una citación por la conducta de tu hijo y no tienes tiempo porque tienes
que trabajar en esa oficina o en ese espacio reducido con mal ambiente laboral donde
también te violentan. ¿Te sientes violentado?, así es, la sociedad lo está
haciendo, pero claro, no quieres darte cuenta porque puede ser muy costoso para
ti, para tu familia y para tu mente.
Y así vives en ese mundo, en donde de pronto
se levantan grupos a proteger a los perros callejeros, y explotas porque nadie
protege a los gatos, donde ves que intentan proteger a los inmigrantes, pero
explotas porque nadie protege a los residentes, en donde se levantan grupos que
intentan protegerse contra el machismo encubierto y explotas porque nadie
protege a los hombres del incipiente feminismo, y así suma y sigue hasta nunca
acabar. Encuentras todo movimiento social injusto, porque no te representa,
porque no es tu caso, porque no es atingente, porque no te es interesante,
porque no eres tú, entonces te desesperas pensando ¿Por qué? Y criticas a la
gente, y te burlas de los argumentos, y opacas a los grupos que luchan por sus
derechos, porque tú no eres capaz de hacer lo mismo, porque ellos ya
despertaron y se dieron cuenta que esta sociedad los atemoriza, los violenta,
los encarcela, los detiene, pero no logran dar en el punto, y si algo te hace
sentir empatía, piensas que oprimiendo la pantalla de tu celular con un like,
es más que suficiente.
La mentalidad de la competencia te hace
competir incluso en eso, porque si defienden a las mujeres, ¿qué pasa con los
hombres?, esa mentalidad egoísta que nos enseñan en las escuelas, donde se
premia al mejor del curso y no al mejor equipo, donde se tiene un presidente de
curso y no un grupo de coordinación, donde la autoridad es siempre piramidal y
se compite por ella, y la gente debe hacer filas y llenar urnas mientras otros
compiten por ellos mismos ¿Te hace sentido?
Tendemos a creer que compiten por nosotros,
pero no, ¿por qué habría de importarles si después de tantos años nunca les ha
interesado cambiarlo?, porque ellos también “están cómodos”, y en ese estado
somnoliento de la sociedad, el sistema FUNCIONA, entonces ¿para qué cambiarlo?.
Sé que podrán pensar que es fácil decir y
escribir todo esto cuando se está detrás de una computadora y más aun estando
lejos de la sociedad que se critica, pero sencillamente hay sociedades que no
están listas para el cambio y a veces lo mejor es comenzar de nuevo. El niño
que fue violentado porque su familia no le dio la importancia que ameritaba (y
no hablo de mi) o porque esa misma familia dentro de ese mismo sistema no se
encargó de ayudarlo a ser un buen ser humano, tiene todo el derecho de alejarse
y comenzar a construir de nuevo su propia vida ¿Por qué no? Porque quizás no le
enseñaron a compartir, a entender que la competencia más sana no es derribar al
otro y luego darle la mano, la competencia más sana y leal, es con uno mismo.
Entonces ese niño abre los ojos y crece en una
sociedad desigual, donde su apellido no es rimbombante, pero sí lo son las
puertas que se cierran en su cara, donde su educación no es de alta calidad,
pero si son altos los precios que tuvo que pagar por culpa de un sistema
mediocre, donde luego piensa que su derecho a sufragar es un simple papel que
no vale la pena, porque dase cuenta el mismo, que siempre ha sido igual y nada
ha cambiado, ¿Vale la pena seguir así entonces?
Y aquella sociedad se llena de gente apoyando
campañas, dándole me gusta a cosas que no tienen sentido, dónde ahora la moda
imperante es la fotografía de un tipo negro que a todos divierte, pero que
luego reprochamos porque es violenta, entonces ¿qué es lo que buscamos?
Sinceramente no se entiende, ¿qué es lo que apoyamos? Estamos denigrándonos
nosotros mismos, pero parece ser que a nadie a importa, entonces ¿qué es lo
importante? ¿dónde está el punto? ¿De qué se trata realmente todo esto?
Se trata que hemos olvidado respetarnos a
nosotros mismos, y a respetar a nuestros compañeros, de barrio, de vecindario, de
equipo, de trabajo, de comuna, ¡DE LA VIDA!, hemos olvidado la palabra empatía,
concebimos de forma inherente que para subir alto debemos pisar sobre la
espalda de los demás, y en ese momento, no nos damos cuenta que nosotros
también violentamos, y en vez de luchar por cambiar esa sociedad que nos enseñó
a eliminarnos entre nosotros, seguimos haciendo lo mismo, violentando al que se
encuentra al lado, entonces así seguimos viviendo, violentando y violentados.
Piénsalo, queremos cambiarlo todo, pero ¿Dónde
está el punto?
GCC.-
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