No deja de
impactarme a la distancia el caso de aquella muchacha de argentina que fue
violada, ultrajada y asesinada. Hoy en día, se levantan diversas marchas y
protestas a través de distintos medios intentando empatizar con casos de
femicidio y abuso contra mujeres. Se ha levantado una voz potente en busca de
derechos intentando evitar futuros actos reprochables como el sucedido.
Tanto
hombres como mujeres se han hecho partícipes de campañas por Facebook cambiando
su foto de perfil e intentando, de esa forma mostrar repudio ante lo acontecido.
Sin darse cuenta que “un día” de protestas, de fotos, de marchas no va a
cambiar nada.
Hemos
crecido en una sociedad que constantemente cría a niños maleducados, donde la
imagen viva del “machito” es aquel niño que se gana el respeto ante los demás
con agresividad y donde se les enseña a las niñas a ganarse el respeto de otras
niñas y a formar “grupitos” en donde se visten y maquillan con pinturitas. ¿por
qué? Porque es lo que les enseñamos y lo que nos vende la TV.
Crecimos en
una sociedad donde el respeto se tiende a ganar con agresividad y no con
inteligencia, y muchos se pierden estancados en ese punto, crecimos rodeados de
niños que quieren ser esbeltos y niñas que quieren ser hermosas, en donde el líder
de la banda es aquel capaz de demostrar más poder, coraje o llanamente
estupidez, en donde, en la juventud se le aplaude al joven niño que impera por
sobre la mujer, aquel que consigue más conquistas es visto como un campeón, y
aquella niña que hace lo mismo es vista como una “zorra”.
Creo que no
digo nada muy alejado de la realidad y es lo que nosotros hemos creado como
sociedad, es como nos hemos “desarrollado” (aunque sinceramente no lo parece),
tenemos la falsa ilusión de que lo estamos haciendo bien porque conseguimos un
trabajo que nos permite darnos ciertas garantías para poder vivir como máquinas,
pero hemos olvidado lo más importante, vivir como personas.
Ahora las
madres y padres se muestran horrorizadas por los gestos de violencia que
afectan a este mundo, pero sinceramente, ¿alguna vez esos padres se encargaron
de decirle a sus hijos cómo debían respetar a una mujer? ¿Acaso les dijeron a
esas hijas cómo debían hacerse respetar?, ¿acaso en las escuelas enseñan el
respeto mutuo? No lo creo, porque desde niños se nos enseña que es más
importante competir, que compartir y vivir.
Estamos
inmersos en una absurda sociedad de competición en todos sus sentidos, en las
escuelas las niñas deben llevar faldas porque es parte del uniforme, pero los
niños no usan pantalones cortos. Cuando las niñas quieren ir con pantalones, se
les reprime con citaciones al apoderado justificando que no es lo correcto,
pero ¿por qué? ¿Por qué somos obligados socialmente a seguir estándares con los
que no estamos de acuerdo?, por qué esa niña debe cambiar de escuela si no
quiere exhibir sus piernas? ¿Por qué aceptamos cosas tan básicas y denigrantes
como si fueran normales?, ¿por qué en una sociedad que lucha contra el machismo
aún vemos esas imágenes por doquier?
Hoy nos
preocupa el tema porque han salido a la luz crímenes horrendos, pero ¿qué es lo
que cambiaremos después de eso?, sinceramente, ¿estamos preocupados como
sociedad en cambiar algo? Tras las marchas apoyando a los pueblos aborígenes
porque fueron masacrados por los conquistadores, ¿se ganó algo? Hoy leo con vergüenza
que una mujer mapuche dio a luz esposada, ¿eso es lo que se ganó? ¿Por eso es
que se lucha?
Estamos
inmersos en la sociedad de la utopía, de lo instantáneo, donde todo debe ser
rápido, porque no tenemos tiempo, y en esa rapidez, también ponemos nuestros
recuerdos, porque hoy es importante, pero probablemente en unas semanas ya nadie
lo recordará y volveremos a nuestra incipiente vida fugaz, volviendo a
despertar solamente cuando volvamos a ver otro crimen como ese, entonces,
volveremos a preocuparnos y a olvidar.
GCC.-
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